Ante
la designación del Cardenal argentino Jorge Mario Bergoglio
como nuevo Papa de la Iglesia Católica y reconociendo la
importancia política, económica y simbólica que tiene esta
institución a nivel global, desde el Frente Popular Darío
Santillán- Corriente Nacional compartimos algunas reflexiones a
modo de insumo para analizar los cambios que representa esta
designación. Las mismas parten de nuestras convicciones, pero
también del respeto a la diversidad de creencias de nuestro pueblo.
En este sentido vemos un primer problema en cuanto a cómo los
sectores dominantes y medios de comunicación hegemónicos demuestran
un gran interés por difundir esta designación como una acción de
democratización de la Iglesia Católica apoyados en la imagen de su
nuevo representante procedente de un continente históricamente
pobre.
La
persona de Bergoglio, conjuga, un historial conservador con un origen
sudamericano, lo cual es funcional a la intención de mostrar una
renovación, al tiempo que se busca recomponer el consenso social en
torno a la iglesia en un territorio donde si bien la religión
mayoritaria es la católica, está en crisis como institución.
Podemos decir que este nombramiento también, busca reinstalar a la
institución en medio del desprestigio desatado por los negociados
del Vaticano y el aval a los sistemáticos delitos sexuales de sus
ministros alrededor de todo el mundo.
Igualmente,
esta decisión deja en claro la voluntad eclesial de reforzar los
lazos con Latinoamérica justo en momentos donde distintos proyectos
políticos ponen en tensión la hegemonía capitalista, con procesos
de construcción popular y proyección socialista. La inmensa
movilización popular posterior a la muerte de Hugo Chávez es sólo
una muestra de estos aires de cambio en nuestro continente.
Al
recorrer brevemente el historial del ahora Francisco I y la imagen de
sacerdote de los pobres con la que se lo asocia, podemos decir
que nos genera más de una pregunta, porque es de masiva circulación
la información que muestra al ex cardenal Bergoglio como un
sacerdote que, durante la última dictadura militar en nuestro país,
como mínimo, desprotegió a los sacerdotes perseguidos Orlando Yorio
y Francisco Jalics, e incluso fue citado como testigo en la causa por
el robos de bebés, donde dio versiones diferentes sobre el
conocimiento que la Iglesia tenía sobre un plan
sistemático dedicado a semejante violación a los derechos humanos.
No
desconocemos que existe una historia de compromiso expresada en los
curas tercermundistas y en la vida de todos aquellos y aquellas que,
como parte de la Iglesia han dado su vida compartiendo con
el pueblo prácticas liberadoras y anhelos de justicia social.
Precisamente, Bergoglio representa una línea opuesta a esta, una
línea conservadora digna de la jerarquía de la institución.
En
consonancia con esta perspectiva, ya en democracia, Mario Bergoglio
encabezó la afrenta en contra de derechos conquistados como el
matrimonio igualitario y fue pública su lucha recurrente contra los
derechos sexuales de las mujeres, fundamentalmente la legalización
del aborto, sin detenerse en este caso, en el respeto por la vida de
las más de cien mujeres pobres que mueren al año por abortos
clandestinos.
Por otro lado, también nos genera muchas dudas la
manera como el nuevo papa se enfrentó al dictado de Educación
Sexual en los colegios secundarios bajo su jurisdicción, por
considerarla contraria a la fe.
Por
todo esto, desde el FPDS-CN vemos con preocupación este nombramiento
y apuntamos a que podamos desentrañar entre todas y todos las
intenciones verdaderas de la jerarquía Católica y los
poderosos a nivel mundial. Además, reafirmamos nuestras consignas de
lucha:
Por
el derecho de las mujeres a decidir sobre sus cuerpos: Educación
Sexual para decidir, Anticonceptivos para no abortar, Aborto Legal
para no morir.
Por
una educación laica, pública, gratuita y popular. Basta de
subvencionar a los colegios privados. Aplicación de la Educación
Sexual Integral en todos los colegios.
Por
la memoria de todas y todos lxs religiosos y religiosas
comprometidos/as con la causa del pueblo a quienes la jerarquía
eclesiástica les dio la espalda durante el terrorismo de Estado.